Esta es una historia que me encontré en la red mientras buscaba nuevas páginas para la sección de FunScience (por cierto, chequenla). Espero les guste.
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Asomaba el sol por el eje de abcisas, cuando Poli el polinomio fue a ver a su novia la Placiana, la ecuación en derivadas parciales. Ella abrió la puerta rápidamente; ¡Hola querido!, dijo ella, y él sin perder un diferencial de tiempo, la abrazó, acariciando suavemente los senos y cosenos. Fue bajando por la tangente hasta llegar al punto de inflexión. Poli notó que su vector alcanzaba un máximo relativo y rápidamente lo sacó y empezó a fallar la "ley de la impenetrabilidad". El placer tendía a infinito y no tenía límite. Él entraba una y otra vez en la matriz. A las dos semanas, la Placiana comunicó a Poli que le había dejado la matriz cuadrática. El polinomio asustado huyó, saliendo del plano euclídeo y haciendose monje en la orden de los logaritmos neperianos. En el plano euclídeo se ofreció una recompensa a quien lo encontrase. Por fin un sistema de ecuaciones logró encerrarlo en una raíz cuadrada y traerselo al plano euclídeo. Fue puesto en prisión entre tres corchetes y dos paréntesis. Se celebró el juicio y fue condenado a ser igualado a cero para toda la vida y desterrado al plano afín.
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EPILOGO: A los nueve meses nació Montoya, un precioso monomio.
EPILOGO: A los nueve meses nació Montoya, un precioso monomio.
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