Premiación XXOQDF

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David Yafté Díaz-Sánchez, Premiación XX OQDF

viernes, 5 de noviembre de 2010

Cupido, toxinas y otras analogías químicas

No sé si se enteraron, tal vez sí, tal vez no, porque les queda medio lejos. Durante la semana del 25 al 29 de octubre se llevó a cabo la 17ª Semana Nacional de Ciencia y Tecnología, donde el CECyT 15 tuvo una participación distinguida. Como cada año, se impartió una serie de conferencias, unas tuvieron tintes científicos, otras no tanto. Una conferencia que particularmente llamó mi atención fue una intitulada “Cupido es químico”. Me pareció interesante cuan cierta es esta frase.
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El infeliz querubín que se dedica a envenenar a la gente con sus flechas y a posar para las imágenes estampadas en globos, postales, hojitas y mucha otra chatarra que se vende muy bien a mediados de febrero, se distingue por dos cosas: porque está desnudo y porque tiene un vasto arsenal químico que ya quisieran los ejércitos de muchos países. Y durante el transcurso de esta plática, que tuve el gusto de escuchar dos veces, tuve una idea que me cautivó. Vino a mi mente un indio sudamericano mojando sus flechas en curaré antes de dispararlas contra su objetivo. Suponiendo que no todos conocen el curaré, he de explicar que se trata de una neurotoxina que contienen los batracios (anfibios como las ranas) y que está compuesta principalmente por una sustancia denominada tubocurarina. Esta sustancia es tan tóxica que un gramo de ella es capaz de matar a un ser humano o a una vaca.
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Concebí una relación entre el asexuado y el indio, ya que si imaginan a este último con alitas, la idea es similar… una persona empapando sustancias en sus flechas antes de dispararlas. Y estaba en mi extasiante momento de debralle, cuando recordé aquella clase con Stivalet donde movíamos el palito ;D y hacíamos sustancias parecidas (en estructura y efectos) a los transmisores bioquímicos. No diré nada más sobre el tema. Y de ahí, me transporté a otra historia con palitos… esta trataba de un Herr Professor alemán, que se dignó a dar una plática sencilla en el kindergarten y fue puesto en jaque por un preescolar. Ni modo, como dice todo el mundo, así pasa cuando sucede.
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Creo que a todos los profes les ha pasado eso, decía Andreas del Verrochio, maestro de Da Vinci, que el alumno debe superar al maestro. Pero hay pocos que lo toman así. Vienen mis fantasmas, mis recuerdos reprimidos… aquella ocasión que un san-juditas me ganó mi asiento en el metro Hidalgo; o tal vez el día en que me obligaron a comer sopa de champignones… La vez que mi equipo de calentamiento a reflujo se incendió (he ahí el porqué desde mayo me da pavor hacer prácticas de orgánica) o quizá cuando tuve un rendimiento del 0.00%...
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Todo lo que me atormenta junto en un lapso de inconsciencia autoinducida. Precisamente alcanzada por la presión interna, donde, neurotransmisores dejan de funcionar correctamente y me hacen escribir esto. Recuerdos de Veracruz, Acapulco, Facultad de Química, Cinvestav, UAM-I, bailan en mi hueco craneal y yo pseudoescuchando la plática de la mañana. Creo que todo es por pensar, por tratar de recordar si alguna vez estuve enamorado, pues si lo estuve, fue hace mucho tiempo. De ahí vienen los recuerdos perdidos, es la explicación más coherente que he tenido. Creo que no, nunca he estado enamorado. Digo, si he tenido respuestas fisiológicas frente a personas específicas, pero eso es diferente a sentir “algo profundo”.
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Y vuelvo al indio sudamericano. Tal vez sería mejor si Cupido empapara sus flechas en curaré, sarín, tabún, o que se yo. Así el mundo se evitaría muchos problemas. Aunque si las armas de las milicias del mundo dispararan lo mismo que las flechas del angelillo pornográfico, quizá lo cotidiano pasaría a ser parte de la dolce vita. Y es que como dijo John Lennon: “Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor, en cambio, la violencia y el odio se practican a plena luz del día”.

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